Por el Dr. Fernández Quiroga

Ya lo escribió Platón en “Cármides” hace más de 2000 años:

“…Hipócrates, el asclepiades, dice que la naturaleza incluso del cuerpo solo puede entenderse como un todo. No debe tratarse el cuerpo sin el alma y ese es el motivo de que los médicos helenos ignoren como curar muchas dolencias… el gran error de nuestro tiempo al tratar el cuerpo humano es que los médicos separan el alma del cuerpo…”

La homeopatía me ha facilitado, primero, esa comprensión de la totalidad, comprensión que, por cierto, debería ser obligatoria en medicina y, segundo, y no menos importante, un método y unos medicamentos que puedan concretar de modo eficaz ese desiderátum.

En efecto, el buscar la singularidad de cada enfermo y su cuadro morboso no serviría de gran cosa si no tuviéramos a nuestro lado unos medicamentos suaves pero eficaces, respetuosos con el organismo y el medio ambiente.

Por otro lado, los pacientes. Pare ellos, creo imprescindible una labor educativa, verdaderamente educativa, sobre lo que es y significa, desde esa comprensión globalizadora, la enfermedad. De este modo, el paciente puede y debe tomar parte activa en el devenir de su afección y las actuaciones que se tomen sobre su salud.

Una alianza entre médicos y pacientes desde el respeto mutuo y la complementariedad de sus funciones, porque el médico es el experto que sabe sobre enfermedades y tratamientos pero el paciente es quien más sabe sobre sí mismo.

La Homeopatía, entonces, irá unida al respeto, la eficacia, la suavidad, lo integral, la conexión, el humanismo y la tolerancia.

Unos valores, entre otros, que también queremos aportar.

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