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Homeopatía en el tratamiento de las neumonías.

La neumonía es una infección del pulmón, por ello también se la conoce como pulmonía, que puede llegar a ser muy grave en algunos casos e, incluso, mortal en pacientes muy frágiles. En este post vamos a repasar cuáles son sus causas, sus síntomas, su diagnóstico y tratamiento y el papel que puede jugar la Homeopatía en el tratamiento de esta enfermedad.

En mi experiencia, la neumonía es uno de esos cuadros en los que la sinergia de diferentes medicamentos pueden resultar la mejor opción de tratamiento para cualquier paciente y, muy especialmente, para aquellos más frágiles y susceptibles de sufrir una evolución fatal.

A diferencia de otras infecciones del tracto respiratorio, en las que el agente causal suele ser vírico en la mayoría de los casos, muchas neumonías estarán provocadas por bacterias por lo que el uso de antibióticos puede estar perfectamente indicado. Así, el antibiótico actuará atacando directamente a la bacteria, mientras que el medicamento homeopático lo hará estimulando al propio sistema inmunológico del paciente. De esta manera contaremos con dos vías de ataque colaborando; el antibiótico llegando desde fuera y el medicamento homeopático estimulando desde dentro las propias defensas de la persona enferma. Sobre todo ello profundizaremos cuando lleguemos a hablar del tratamiento de las neumonías.

¿Qué es la neumonía?

La neumonía o pulmonía es una infección del pulmón que hace que los alvéolos, unos saquitos que se encuentran en el tejido pulmonar y en donde se produce el intercambio de gases entre el aire de los pulmones y la sangre, se llenen de secreciones purulentas lo que dificulta gravemente la función ventilatoria de este órgano. Esta infección puede estar causada por diferentes microorganismos como bacterias, virus y hongos.

Puede afectar a personas de cualquier edad y condición, aunque es especialmente frecuente en los dos extremos de la vida; en los menores de 5 años y en los mayores de 65. De hecho, se estima que la neumonía es una de las principales causas de mortalidad infantil en todo el mundo. Así, podría suponer el 14% de todas las defunciones de menores de 5 años y el 22% de todas las defunciones de niños de 1 a 5 años en todo el mundo. A nivel general, se considera que 450 millones de personas sufren de neumonía al año en todo el mundo, llegando a provocar 4 millones de muertes.

Carecemos de buenos estudios sobre la incidencia de esta enfermedad en la población en general pero se calcula que podría llegar a tener una incidencia anual de entre 1,6 y 12 casos por 1.000 habitantes según el área geográfica analizada. Las regiones del mundo más afectadas son las zonas con menor desarrollo económico y sanitario, especialmente en el sur de Asia y en el África subsahariana.

¿Qué causa una neumonía?

A la hora de valorar una neumonía es muy importante tener en cuenta tanto el germen que la provoca como el lugar y la manera en la que la persona se ha contagiado. Así, podremos diferenciar:

  • Neumonías adquiridas en la comunidad.

Se dice de la infección pulmonar que se contrae fuera de un hospital o de cualquier centro de salud y es el tipo más común de neumonía.

Estas infecciones pueden estar producidas por bacterias como el Streptococcus pneumoniae (neumococo), el más frecuente de todos en nuestro medio, otros microorganismos similares a las bacterias como Micoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae, Chlamydia psitacii, Coxiella burnetti (fiebre Q) o la Legionella pneumophila, virus y hongos.

Algunos de los virus que causan los resfriados y la gripe pueden causar también neumonías. Estas neumonías víricas suelen ser más leves que las producidas por bacterias. También sabemos que algunas neumonías bacterianas pueden aparecer como complicación de un cuadro respiratorio vírico en personas muy frágiles o sensibles. Además, hay que tener en cuenta que los virus son la causa más común de neumonía en niños menores de 5 años.

  • Neumonías adquiridas en el hospital (intrahospitalarias o noscomiales) y centros de salud.

Son neumonías que la persona contrae al estar ingresada en un hospital por alguna otra enfermedad. Suelen ser más graves pues estas bacterias suelen tener una mayor resistencia a los antibióticos (uno de los problemas de salud pública más graves a los que nos enfrentamos hoy en día) y porque, además, la persona está ya previamente enferma. Son especialmente vulnerables a contraer estas pulmonías los pacientes intubados en las unidades de cuidados intensivos.

Como vemos, la vía de ingreso más frecuente de los microorganismos al pulmón es la aspiración a través de las vías respiratorias superiores pero también algunos gérmenes pueden llegar desde otras partes del organismo (hígado, sistema urinario, corazón, etc.) y alcanzar el pulmón a través de la circulación sanguínea.

En algunas ocasiones los gérmenes también pueden entrar en los pulmones al inhalarse alimentos, bebidas, vómitos o saliva. Es lo que conocemos como neumonías por aspiración. Este tipo de aspiración es más probable que se produzca en personas que tengan alterado el reflejo de la náusea, como puede ocurrir en pacientes con una lesión cerebral, problemas de deglución o en personas con un consumo excesivo de alcohol u otro tipo de drogas.

Factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de sufrir neumonía.

Ya comentábamos que la edad era un factor a tener en cuenta; las neumonías son más frecuentes en los menores de 5 años y en los mayores de 65.

Además de la edad, otros factores tener en cuenta serán:

  • Ester hospitalizado o frecuentar habitualmente centros de salud.
  • Sufrir alguna enfermedad crónica respiratoria (asma, EPOC) o cardíaca.
  • Fumar y el consumo excesivo de alcohol.
  • Tener las defensas bajas a causa de una enfermedad o de algunos tratamientos médicos como los corticoides, la quimioterapia o los inmunosupresores que reciben los pacientes sometidos a un trasplante de órganos.

¿Cuáles son los síntomas de la neumonía?

Los síntomas de la neumonía son variables y tendrán que ver con las características de la persona enferma y con el tipo de germen que la produzca.

Los síntomas más típicos son:

  • Tos con expectoración purulenta, amarillo-verdosa o herrumbrosa. A veces puede tener sangre.
  • Dolor torácico al toser o respirar.
  • Fiebre con escalofríos.

Estos síntomas aparecerán en el plazo de unas horas a 2-3 días tras haber ingresado el germen en los pulmones.

Pero hay algunas neumonías, llamadas “atípicas”, que pueden manifestar síntomas diferentes y de forma más gradual:

  • Fiebre baja. Febrícula.
  • Tos seca.
  • Dolor torácico menos intenso.
  • Síntomas digestivos leves como náuseas. vómitos y diarreas.

Hay también que tener en cuenta que, tanto los recién nacidos y los bebés como las personas mayores, pueden manifestar síntomas que, en un principio, no nos hagan pensar que están sufriendo una neumonía típica.

Así, los más pequeños pueden tener vómitos, fiebre, tos, parecer inquietos, cansados y sin energía o presentar dificultad para respirar y comer.

En personas ancianas, la neumonía puede tener síntomas iniciales menos llamativos con fiebre poco elevada e, incluso, más baja de lo habitual, tos escasa, alteración del comportamiento, desorientación y cambios cognitivos.

Posibles complicaciones de una neumonía.

Como ya comentábamos, para algunos pacientes, personas muy ancianas, con insuficiencia cardíaca, con problemas pulmonares crónicos o inmunonodepremidas, la neumonía puede convertirse rápidamente en una afección potencialmente mortal.

Algunas de estas personas de alto riesgo puede sufrir, en el transcurso de su infección pulmonar, alguna de estas complicaciones por lo que habrá que estar muy atentos a todos los signos y síntomas de alerta:

  • Bacteriemia y “shock séptico”. El paso de las bacterias desde el pulmón al resto del organismo a través del torrente sanguíneo es una complicación poco frecuente pero que puede llegar a ser mortal.
  • Dificultad respiratoria. Puede aparecer si la neumonía es extensa o en pacientes con enfermedades pulmonares crónicas. En situaciones graves puede ser necesario el ingreso hospitalario y la utilización de un respirador artificial hasta que la infección vaya resolviéndose.
  • Derrame pleural. Esto es la acumulación excesiva de líquido entre los pulmones y la pleura, una fina capa de tejido que recubre los pulmones. Esta situación puede agravar la dificultad respiratoria y el resto de los síntomas.

Absceso pulmonar. A veces el pus que se produce como consecuencia de la infección puede quedar acumulado en una cavidad del pulmón formando un absceso. Suele evolucionar y desaparecer con el tratamiento convencional pero, en ocasiones, puede ser necesaria una cirugía o un drenaje para acabar de extraer el pus.

Diagnóstico y tratamiento convencional de la neumonía.

Tras el interrogatorio médico y la exploración física, escuchando la respiración con el fonendoscopio, la prueba básica para diagnosticar una neumonía es la radiografía de tórax. Con todo ello el médico ya puede hacerse una idea muy precisa de la extensión, localización y severidad de la infección.

Una analítica de sangre, medir los gases o hacer un cultivo bacteriológico del esputo para ver que tipo de germen está provocando la infección, pueden ser otras pruebas que los médicos también podemos pedir.

Si la neumonía no evoluciona con el tratamiento como se espera o en pacientes especialmente delicados puede estar indicada una tomografía del tórax.

El tratamiento convencional se hace con antibióticos y la persona puede seguirlo tranquilamente en su domicilio. La hospitalización es una medida excepcional que se valorará en virtud de las características de la persona enferma y de la severidad del cuadro.

El uso de antitermicos y analgésicos puede complementar al tratamiento antibiótico según el estado general del paciente.

La tos puede ser un síntoma muy incómodo pero hay que tener en cuenta que es también fundamental para movilizar las secreciones pulmonares y ayudar a su expulsión, por lo que el uso de medicamentos antitusivos debe hacerse siempre con mucho cuidado y deben estar correctamente indicados por el médico.

La Homeopatía en el tratamiento de la neumonía.

La neumonía es una de esas situaciones en las que sumar estrategias de tratamiento ayuda de forma extraordinaria a la hora de implementar el mejor tratamiento posible para cualquier paciente, mucho más si se trata de pacientes de riesgo como son los niños pequeños, los ancianos y los enfermos crónicos.

Utilizar medicamentos homeopáticos en cualquier paciente que está sufriendo una neumonía tiene ventajas claras como son:

  • Son medicamentos seguros que podremos utilizar en cualquier persona; bebés, ancianos, pacientes con enfermedades crónicas y polimedicados, mujeres embarazadas, pacientes ingresados en el hospital, incluso en pacientes en cuidados intensivos.
  • Los medicamentos homeopáticos pueden combinarse con cualquier otro medicamento, por supuesto con los antibióticos.
  • Los medicamentos homeopáticos actúan estimulando los propios recursos de sanación del organismo. Ayudarán a nuestro organismo a superar la infección estimulando nuestro sistema inmunológico, con lo que no solo combatimos la infección actual sino que nos fortalecemos nuestras defensas para el futuro. Mientras tanto el antibiótico actuará atacando directamente a los gérmenes. Esta combinación de ataque “desde dentro y desde fuera” es de gran utilidad en el tratamiento de las pulmonías.
  • Los medicamentos homeopáticos nos permiten actuar durante todo el proceso de la infección y a diferentes niveles. Así, tendremos medicamentos para el comienzo del proceso, para el periodo de estado y para ayudar en la recuperación y en la convalecencia. Además, contamos con medicamentos homeopáticos que pueden ayudar con la fiebre, el estado general del paciente, su tos y su mucosidad bronquial, modulando todas estas situaciones pero sin suprimirlas. Es decir, la tos y la fiebre, si bien pueden ser molestas también son fundamentales para que el organismo pueda resolver de manera óptima la infección. La Homeopatía ajustará estas reacciones de curación que el cuerpo pone en marcha de forma que tengamos la máxima eficacia con las mínimas molestias físicas.
  • Los medicamentos homeopáticos también podremos usarlos en la prevención.

Dicho todo esto, vamos a ver algunos de los medicamentos de uso más habitual en la estrategia de tratamiento de los pacientes que sufren de neumonía, teniendo siempre en cuenta que cada caso requerirá siempre de la valoración de un médico que pueda así indicar el mejor tratamiento para cada paciente.

Medicamentos homeopáticos para el periodo de comienzo.

Medicamentos homeopáticos como ACONITUM, BELLADONNA o FERRUM PHOSPHORICUM, de los que ya hemos hablado ampliamente en este blog, estarán especialmente indicados en el comienzo de la infección, cuando, en muchos casos, aún el proceso no esté definido y el paciente sienta tan solo unos síntomas inespecíficos como pueden ser fiebre de mayor o menos intensidad, malestar general y tos.

Usados en este momento, preparan al organismo para desarrollar todo su potencial de defensa frente a la infección y, en algunos casos, es posible que el cuadro se controle sin evolucionar a sus siguientes fases.

Medicamentos homeopáticos para el periodo de estado.

Cuando el tejido pulmonar está ya afectado hay tres medicamentos que, en mi experiencia, merece la pena tener especialmente en cuenta: BRYONIA, PHOSPHORUSARSENICUM ALBUM.

Cada uno de ellos se relacionará con una manera particular de manifestar la infección y el médico experto en Homeopatía deberá concluir cuál o cuáles de ellos estarán más indicados en cada paciente.

Medicamentos homeopáticos para modular la expectoración.

Algunos medicamentos como IPECA, ANTIMONIUM TARTARICUM o KALIUM BICHROMICUM sabemos que serán especialmente eficaces modulando la mucosidad y las secreciones del aparato respiratorio.

De hecho, hay un estudio publicado en la prestigiosa revista de patología cardiorespiratoria Chest (Frass et al. Influence of Potassium Dichromate on traqueal secretions in critically III patients. Chest 2005; 936-941 DOI 10.1378/chest.127.3.936) por el Dr Michael Frass y colaboradores, que parte de la realidad clínica de que en muchos pacientes con enfermedad respiratoria crónica intubados en unidades de cuidados intensivos, las secreciones traqueales fibrosas y persistentes pueden impedir la extubación en estos pacientes conectados al respirador.

Este estudio prospectivo, aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en paralelo, se realizó para evaluar la influencia del dicromato de potasio C30 (Kalium bichromicum 30CH) administrado por vía sublingual sobre la cantidad de secreciones traqueales persistentes y fibrosas en pacientes enfermos críticos con antecedentes de tabaquismo y EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).

Así, para llevar a cabo el estudio se tomaron 50 pacientes. Con estos 50 pacientes se hicieron dos grupos: a un grupo se le administró Kalium bichrimicum 30CH 5 gránulos, vía sublingual (la manera más habitual de tomar los medicamentos homeopáticos), cada 12 horas y al otro unos gránulos identicos tomados de la misma manera pero de placebo, es decir, gránulos sin el principio activo propio del medicamento homeopático.

Los resultados publicados fueron que la cantidad de secreciones traqueales se redujo significativamente en el grupo que tomó el medicamento homeopático frente al que tomó el placebo, que la extubación se pudo realizar significativamente antes también en los pacientes de este grupo y que la duración de la estacia hospitalaria de estos pacientes fue también significativamente más corta.

La conclusión del estudio: Estos datos sugieren que el dicromato de potasio homeopático (diluido y dinamizado) puede ayudar a disminuir la cantidad de secreciones traqueales fibrosas en pacientes con EPOC.

Cuando estas secreciones sean especialmente purulentas podremos utilizar medicamentos homeopáticos como HEPAR SULFUR, MERCURIUS SOLUBILIS, PYROGENIUM e, incluso, el propio KALIUM BICHROMICUM.

Medicamentos homeopáticos útiles para la prevención

En las personas especialmente frágiles o que presenten cierta predisposición a padecer neumonías de repetición por el motivo que sea, el uso de medicamentos homeopáticos como OSCILLOCOCCINUM, SILICEA, AVIAIRE, THYMULINE o ECHINACEA durante los periodos de mayor riesgo o, incluso, a lo largo de todo el año, puede ser de gran interés al contribuir a potenciar sus defensas.

En mi experiencia, en las personas con una enfermedad respiratoria crónica del tipo EPOC, mantener como pauta de fondo algún medicamento que module las secreciones respiratorias, como los ya nombrados KALIUM BICHROMICUM o  ANTIMONIUM TARTARICUM, resulta de gran interés. Hay que pensar que esa cantidad aumentada de mucosidad crónica que tienen estos pacientes son un magnífico caldo de cultivo para cualquier germen que entre en el tejido pulmonar.

Además, contamos con otra vía para mejorar la capacidad de respuesta de los pacientes sensibles a estas infecciones; el uso de los medicamentos homeopáticos de terreno de cada persona. Lo que harán estos medicamentos es mejorar la capacidad global de respuesta de todo el organismo. El médico experto en Homeopatía, después de un estudio en profundidad de cada persona, valorará el medicamento adaptado a cada paciente.

Todos estos medicamentos homeopáticos, y otros que no he nombrado pero que también podríamos prescribir según el caso, podremos utilizarlos de manera aislada, combinados entre sí o combinados con otros medicamentos, según la necesidad de cada paciente en cada momento. En medicina el objetivo siempre ha de ser aliviar a nuestros pacientes de la manera más eficaz y segura y, en este sentido, la Homeopatía y sus medicamentos pueden resultar aliados de inestimable valor.

2 Comments

  1. Avatar Gonzalo el 28 mayo, 2024 a las 9:50 am

    Un post muy completo Guillermo… y la muestra q la homeopatía también es de utilidad en afecciones como estas
    Un abrazo!

  2. Avatar Guillermo Basauri el 2 julio, 2024 a las 11:09 am

    Gracias querido amigo por tu comentario.

    Es verdad que es muy importante compartir nuestra experiencia en el tratamiento de esas enfermedades en las que la Homeopatía puede aportar tanto y en las que, a veces, no la tenemos lo suficientemente presente.

    Un abrazo con todo mi afecto.

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