¿Quiénes son los médicos homeópatas? La experiencia clínica de un Médico de Familia con la homeopatía
Hace unos meses, nuestro compañero el Dr. Alberto Sacristan, ya publicaba un post hablando sobre ¿Quiénes somos los médicos homeópatas?, hoy trataré yo mismo de dar respuesta también a esta pregunta:
“Sólo es digna de ser vivida la vida que se vive para los otros” – Albert Einstein
A primera vista, parece que la pregunta tiene una respuesta obvia. Pero en las últimas, semanas, meses, e incluso años, venimos leyendo tantas opiniones dispares que he sentido la necesidad de dar mi respuesta personal.
Una respuesta, centrada en mi experiencia como doctor que prescribe habitualmente medicamentos homeopáticos y que ha tenido la fortuna de conocer a muchos médicos homeópatas.
Si me hubieran hecho esta pregunta hace 20 años supongo que hubiera respondido que no lo sabía o que eran un tipo de médicos diferentes de los que conocía. Quizás incluso hubiera tenido un cierto prejuicio hacia este tipo de médico porque no sabía en qué consistía la homeopatía.
Entonces, era un Médico de Familia, formado en un gran hospital en el que me habían enseñado a diagnosticar y tratar enfermedades. En mis primeras consultas, una vez terminada la residencia había comprobado por experiencias que podía ayudar de ese modo a mis pacientes. Pero lo que yo deseaba llevar a cabo era un tipo de medicina centrada en el paradigma biopsicosocial1.
A través de este viaje literario, cinematográfico y musical analizaré en cinco etapas las cualidades que he aprendido de mis compañeros homeópatas y sobre todo de mi maestra la Dra. Tremiño.
1- Humildad: Primera etapa.
“Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad y el tercero, la humildad.” – San Agustín
Tanto en la formación médica de pregrado como durante la residencia recibimos mensajes sobre el “poder” del médico y de sus saberes y conocimientos, siendo escasas al menos en mi experiencia las lecciones de humildad, salvo las recibidas directamente de los pacientes.
Al comienzo de la película Patch Adams, dirigida por Tom Shadyac el catedrático se dirige a los alumnos de medicina recién llegados con las siguientes palabras: “Primero, no causaréis ningún daño. ¿Qué está implícito en ese sencillo precepto de la medicina?: Un poder abrumador. El poder de causar daño. Los seres humanos no merecen confianza. El ser humano miente, toma atajos, pierde el valor, se cansa… Comete errores. Ningún paciente racional depositaría su confianza en un ser humano. Y no vamos a permitírselo. Nuestra misión consiste en entrenarles con un rigor despiadado para perder su humanidad y en convertirles en algo mejor. Vamos a convertirles en médicos”.
Descubrir los límites de mis conocimientos fue una premisa necesaria para buscar otras posibles terapias de utilidad para mis pacientes, y desde las primeras clases en la Facultad de Medicina de Valladolid recibí de compañeros y maestros una gran dosis de humildad, porque como dice Salvador Casado2 en su blog “Los médicos debemos practicar una medicina basada en la evidencia… y en la humildad”
2 – Una mente abierta al conocimiento y las experiencias: segunda etapa.
“Los prejuicios son a menudo hijos de la ignorancia” – Gustave Flaubert
Cabe pensar, que si los médicos y científicos hubiéramos leído su “Diccionario de prejuicios” tanto la ciencia como la medicina serían más libres, humanas y centradas en sus verdaderos objetivos; el progreso, la concordia y la atención humana a los pacientes.
He tenido la oportunidad, y la sigo teniendo de observar en muchas ocasiones como los médicos en general prejuzgamos a los pacientes, a los colegas y compañeros de fatigas. Como ejemplo que nunca olvidaré recuerdo una conversación en la que un Cardiólogo del hospital le decía a su residente (por otro lado, excelente persona y profesional): “desengáñate, hay dos tipos de médicos; los buenos, que estamos en los hospitales, y los malos que no lo están”.
El estudio de la homeopatía me ha permitido conocer a muchos profesionales que trabajan en diferentes ámbitos y aplican diversas terapias. Profesionales respetables por su dedicación y honestidad. El respeto a los profesionales es una obligación de todo médico. El respeto es una cualidad básica en la relación con cada paciente. Y con todos los seres humanos.
También me ha ayudado a considerar que el conocimiento recibido en la carrera y la residencia son muy limitados y que es necesario estudiar y aplicar el mayor número posible de herramientas terapéuticas a nuestro alcance. Y que el aprendizaje requiere lentitud, reflexión, silencio y recogimiento.
Prejuzgar, es a mi juicio el camino más corto para equivocarse y gestionar mal las emociones, las relaciones y las decisiones clínicas.
Una mente abierta a las experiencias y al conocimiento. Una actitud respetuosa con los conocimientos, deseos, expectativas y creencias con los pacientes. Eso es lo que demanda cada encuentro clínico.
3- El paciente como principal objetivo: tercera etapa.
“Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te vaya a ofrecer riquezas.”
Cavafis
Roger Neighbour nos enseña en su libro que la consulta en medicina de familia es un viaje, no un destino3. Una máxima sobre la que reflexioné mucho al acabar mis años de residencia y cuando comenzaba a tener mi propia consulta.
Conocer el método homeopático y atender a pacientes durante estos últimos 20 años me han ayudado a comprender mejor nuestro verdadero objetivo.
Y es que tanto la formación de pregrado como la residencia se convierten en muchas ocasiones en auténticas pruebas de competición con los otros olvidando nuestra labor. Publicaciones, comunicaciones, guardias, cursos y otras muchas actividades dirigidas a competir. Y la práctica de la medicina no es una competición. Es una vocación.
Lo importante no es la meta, sino el viaje como nos dice el poeta. Todos debemos buscar nuestra Ítaca porque ella nos ha proporcionado un viaje hermoso, y viajando nos hemos enriquecido
Hipócrates, padre de la medicina en sus “Cartas sobre la locura de Demócrito” nos recuerda que “la vida humana es una cosa ciertamente miserable: la atraviesa como un viento tempestuoso una incontenible avidez de ganancias. ¡Ojalá todos los médicos se unieran en su contra para curar una dolencia que es más grave que la locura, pues la solemos considerar una bendición siendo como es una enfermedad y causa de numerosos males!
Es posible que en mi caso entender este texto fuera más fácil por el constante ejemplo de mi padre4, pero sin duda mis experiencias como Médico de Familia y homeópata me ayudaron a comprenderlo y aceptarlo mejor.
En la consulta todo el tiempo es y debe ser para y por el paciente. Y la entrevista homeopática ¡nos ayuda tanto a que sea así!
4- La limitación de nuestro conocimiento: cuarta etapa.
“Relativizar los puntos de vista ayuda a entender mejor” – Michel de Montaigne
Una de las lecciones más nítidas e inmediatas en mis primeras clases de homeopatía fue comprender que mi formación y adiestramiento profesional estaban basadas en un “pensamiento único” sobre lo que estaba bien o no lo estaba, tanto en la búsqueda de información como en el método de aprendizaje y el tipo de práctica clínica.
La residencia MIR tiene múltiples fortalezas, pero también algunas debilidades, siendo una de ellas la dificultad para que el alumno desarrolle un pensamiento crítico. En general, lo que sucede es que se confunde el efecto secundario (pedazo de papel) con el objetivo principal (adquisición de un saber crítico que nos haga mejores).
Llevamos años hablando de troncalidad. De la necesidad de que el médico antes que especialista debe ser médico. Pareciera que muchos años antes Albert Einstein al analizar cómo debe ser la educación de los jóvenes enfatizara lo primordial en la formación del médico: “Lo primero debería ser siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de conocimientos especializados”
Pero tanto en la formación de los jóvenes en la escuela, como de los médicos en la facultad y los especialistas en el hospital, hay muchos momentos en los que vienen a la memoria las verdaderas palabras de John Stuart Mill: “es necesario desconfiar del déspota que decide sobre el bien de los demás” que deberían ser como un mantra a recitar a diario para todos los que nos dedicamos a enseñar y a atender a personas.
Tanto a nivel social, como científico y médico escuchamos a diario voces que se arrogan el poder de decidir, sin la menor autoridad intelectual ni moral para ello lo que está bien y lo que está mal. Voces y gritos que padecemos los ciudadanos, los pacientes, los estudiantes y residentes y los profesionales sanitarios.
Por eso, a menudo el aprendiz lo mejor que puede hacer por sí mismo es aprender a desaprender los malos ejemplos: la falta de respeto, la competitividad con sus compañeros y la cosificación en la atención a los pacientes, y generar un necesario espíritu crítico, y sobre todo autocrítico.
Esta es la obligación de todos. Transmitir además de conocimiento, valores con el ejemplo, que favorezcan en los jóvenes médicos y estudiantes humildad, prudencia y autocrítica como premisa para enfrentarse a su tarea cotidiana. Y asumirlos previamente también cada uno de nosotros.
Uno de los mejores ejemplos de autocrítica debería ser la valoración y uso práctico del ensayo clínico. Disponemos cada vez de más experiencias que nos enseñan la debilidad de este patrón oro de la medicina actual. Deaton y Cartwright resumen en su artículo5 que la evidencia proporcionada por los ensayos clínicos no es suficiente para tomar decisiones verdaderas en medicina ya que siempre es posible encontrar otra evidencia basada en los mismos datos, pero contraria a la primera. Ya lo había dicho muchos años antes Borges cuando escribió en “Del rigor en la ciencia” que “pretender la perfección absoluta mata la investigación”. Para el médico clínico la investigación se lleva a cabo a diario en la consulta con cada paciente y en la cabecera de la cama en los domicilios.
Greene y Loscalzo6 nos recuerdan que la medicina científica desarrollada a lo largo del siglo XX ha sido fundamentalmente reduccionista, persiguiendo simplificar la morbilidad humana en categorías diagnósticas rechazando, por ser poco científicos, los aspectos psicosociales. Y este ha sido uno de sus grandes errores que ha llevado a la práctica de una medicina deshumanizada. Medicina, que da la espalda al paciente y solo tiene ojos para las “pruebas” y protocolos. Números, registros, ordenadores, máquinas, estudios complementarios (análisis, pruebas de imagen y muchas otras) sin mirar ni tocar al paciente.
Y si algún médico se da especialmente cuenta de que esto esta sucediendo es el Médico de Familia. Y por supuesto, el homeópata.
5- La medicina es un arte que precisa un determinado tipo de silencios y sonidos en cada encuentro: quinta etapa.
“El hombre que no tiene música en sí mismo y no se mueve por la concordia de dulces sonidos no es de fiar” – William Shakespeare. El Mercader de Venecia.
En muchas ocasiones la música ha estado y está presente en mi consulta del Centro de Salud. Siempre ha sido una aliada a la hora de establecer una relación con algunos pacientes, compartir ideas o gustos musicales con otros, servir de apertura al encuentro clínico y crear un clima cálido después de la hostilidad de una sala de espera generalmente fría, impersonal, ruidosa y llena.
La música nos acerca, nos hace cómplices y nos cura. Os invito a escuchar a Camille Thomas y Beatrice Berrut en su interpretación del Ständchen7 de Franz Schubert. Belleza, serenidad, melancolía y deseos de encontrar amor y paz.
Digamos a nuestros pacientes: ¡Atiende a la música! Una invitación a buscar la esencia de la vida y hacernos mejores.
La comprensión de la complejidad de la enfermedad y del ser humano me llevó a buscar en las artes fuentes de reflexión e información para comprender mejor a mis pacientes. La literatura, la poesía, el cine, el teatro, la ópera, la filosofía y la música entraron en mí no solo como deleite, aprendizaje y crecimiento personal sino también como recursos para entender al ser humano que sufre.
Comprender la utilidad de lo inútil es esencial8 para el médico. Nos lo enseñó Marañón. Nos lo había propuesto Goethe en “Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister” cuando persiguiendo lo inútil, entiende que nada es más hermoso que ser útil a la sociedad y lo ayuda a elevarse del amor a sus intereses al amor por la humanidad haciéndose médico.
Ser médico y especialmente médico homeópata requiere un gran esfuerzo personal que será recompensado con la mirada y sonrisa de cada paciente agradecido, con el sentimiento del trabajo bien hecho, con amor y dedicación plena.
Sin olvidar nunca que hay que tener el coraje de arriesgarse, de afrontar los miedos y los gozos de la navegación. Arriesgar de puertas para dentro con cada encuentro clínico. Arriesgarse de puertas hacia fuera con un compromiso permanente con la investigación, la docencia y la práctica de una medicina preñada de estudio, dedicación y ética, como es la práctica de la homeopatía.
El estudio de cada caso como algo único. Porque todos somos únicos.
Un médico homeópata es un profesional humilde, con una mente abierta al conocimiento y a las experiencias, consciente de que su saber es limitado, cuyo objetivo principal es ayudar a sus pacientes a través de una profunda comprensión de cada uno de ellos como persona, sabedor de que su labor es un arte en el que está implícito un conocimiento científico previo y actualizado permanentemente.
Un médico que en cada encuentro clínico pone todos sus sentidos y aprende a ver en cada paciente un ser humano único y complejo.
Estudia la ciencia del arte. Estudia el arte de la ciencia. Desarrolla tus sentidos y, sobre todo, aprende a ver – Leonardo Da Vinci
- Engel G. The need for a new medical model: a Challenge for biomedicine. Science. 1977;196:129-36.
- http://www.doctorcasado.es/2010/08/medicina-basada-en-la-evidencia-y.html
- https://residenciasrecife.files.wordpress.com/2015/04/la-consulta-interior.pdf
- Rev Clin Esp 2014;214:422-3 – Vol. 214 Núm.7 DOI: 10.1016/j.rce.2014.05.021
- http://www.nber.org/papers/w22595.pdf
- http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMms1706744
- https://www.youtube.com/watch?v=_JpXlliAn2I
- Ordine, Nuccio. La utilidad de lo inútil. Ed. Acantilado. 2013
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En una palabra: GENIAL
Muchas gracias Pepa por leernos y por tu afecto.
Besos
Que bonito tu post compañero! Con el corazón. ..Gracias!
Gracias Rosana.
Un gusto verte, escucharte y leerte.
Eres una maestra del alma como muchos de nuestros compañeros.
Por eso pones el corazón en tus palabras y tu trabajo.
Besos
Felicidades Dr. mi admiración por tan excelente experiencia y por compartirla lo enaltece más y más aún tratándose sobre esta maravillosa doctrina Homeopatica. Muchas gracias.
Soy médico veterinario ávido de este conocimiento de Homeopatia ya que estoy iniciando mis pasos por este hermoso camino a través de la lectura de libros y compendios Homeopaticaos.
Muchas gracias por tus comentarios Juan.
Y mucho éxito en tu estudio y práctica profesional.
magistral josé ignacio!
un compendio de experiencia, conocimiento y humanismo
y, como tú sueles decir, …que suene la música!
gracias amigo!
Muchas gracias Gonzalo.
Qué no deje de sonar y que nosotros tengamos el alma abierta para escucharla y sentir.
Abrazos fuertes
Un mensaje profundo y sereno que hace mucha falta en estos tiempos…y en todos.
Mil gracias y un abrazo muy fuerte.
Muchas gracias por tus palabras, amigo.
Un abrazo