La excepcionalidad de cada ser humano procede de la inigualable importancia que le otorgamos al sufrimiento y a la prosperidad en el contexto de nuestros recuerdos del pasado y de nuestra construcción de la memoria de un futuro que anticipamos constantemente.

Antonio Damasio1

Por razones que no sabría explicar mi novela favorita de García Márquez es El amor en los tiempos del cólera2 y en estos momentos que nos ha tocado vivir es inevitable pensar tanto en el contexto epidémico como en la dualidad que encierra la situación entre el miedo y el amor.

Una de estas mañanas, en una de las múltiples consultas telefónicas, una mujer soltera en la quinta década de la vida se quejaba con tono lloroso de la incomprensión de sus hermanas ante su sufrimiento.

Días antes le había atendido en el Centro de Salud por sentir dificultad respiratoria y malestar torácico, siendo la exploración física normal, de modo que pensé que su problema estaba relacionado con la ansiedad.

Sin embargo, ante la falta de mejoría acudió a urgencias del hospital, donde se confirmó mi sospecha después de una exhaustiva exploración y pruebas complementarias, incluida una PCR negativa para el virus COVID-19.

Ella se encontraba algo mejor, pero seguía con molestias y se preguntaba si en realidad los síntomas eran causados realmente por la ansiedad.

Le dije que todo encajaba, normalicé su sintomatología explicándole que estaba siendo un problema muy frecuente y que el confinamiento, las repetidas noticias catastróficas y el miedo a tener la enfermedad vírica del momento actuaban como resortes que ponían en marcha nuestro cerebro reptiliano, de modo que estos temores se expresaban somatizando.

Poco después, llamé a Lucía, una paciente joven con problemas de ansiedad, de depresión y de autoestima con la que llevo trabajando en la consulta muchos meses y que se encontraba muy bien hasta hace unas semanas.

El sufrimiento por el confinamiento y su situación económica actual junto a unas expectativas negativas sobre su futuro han provocado una recaída de sus síntomas en un contexto emocional que también observamos: la culpa. Un sentimiento, quizás inoculado como el virus, a través de las palabras y de las imágenes de cada día.

Ella pensaba y sentía que no era merecedora de nuestros servicios y atención cuando hay tantas personas enfermas que lo que necesitan con urgencia.

En tiempos de contagio3 los incomprendidos y apestados son más numerosos si cabe y debemos estar atentos tanto social como sanitariamente para poder desmontar bulos, creencias y sentimientos negativos, porque el lenguaje es un virus4 y no estamos ante una “tormenta perfecta”.

Esta peste solo logrará sobrevivir como metáfora gracias a los virus y no precisamente al COVID-19, sino a otro tipo de virus, el virus del control y la desconfianza.

Del mismo modo, un lenguaje cálido, veraz y personalizado será el mejor medicamento para todas las personas que nos piden ayuda al otro lado del hilo telefónico. Porque cuando la tos, la fiebre y la dificultad respiratoria se han convertido en los protagonistas de todas las” telenovelas”, el problema más generalizado y generador de angustia y enfermedad es la soledad.

Ha habido, y seguirá habiendo en el ambiente mucho miedo, mucha desconfianza, mucha sensación de falta de libertad y de incertidumbre. Y también mucho afecto, especialmente entre los ciudadanos y aquellos profesionales encargados de su salud, hasta el punto de que se ha horizontalizado el cuidado.

Los apestados del SIDA

Un sábado de enero por la mañana fuimos allí a realizar el test, e hicimos cola en compañía de una gran cantidad de africanos y africanas, en medio de gente muy heteróclita, de todas las edades, prostitutas, homosexuales y seres atípicos.

Hervé Guibert

Parece que estamos enfrentándonos a la primera pandemia que el ser humano ha sufrido probablemente porque la memoria histórica y colectiva es frágil.

No hace falta echar la vista atrás muchos años para encontrarnos con una enfermedad infecciosa nueva provocada por un virus cuyo origen era desconocido y sin tratamiento eficaz, de gran trascendencia social y sanitaria como fue el SIDA. Una enfermedad que provocó muchas muertes en personas jóvenes y que vino acompañada de incomprensión5,6, sufrimiento y sentimientos de culpabilidad por el modo de contagio. Una enfermedad que modificó nuestras conductas y que influyó de manera importante en nuestro modo de vida.

Como describe Guibert5, en aquellos años, una larga cola de apestados se agolpó en los pasillos y en las camas de los hospitales provocando tanta pena como miedo al estar la enfermedad intensamente asociada con la muerte.

Y peste es la metáfora6 principal con la que se entiende la epidemia de SIDA. Entonces los apestados eran apartados de la sociedad, rechazados y despedidos de sus trabajos como de forma magistral se expone en la película Philadelphia7 de Jonathan Demme.

La peste negra

Generalmente son las epidemias las que se asocian con las pestes. Y las epidemias no son solo soportadas sino también infligidas, como un castigo. Hay quien opina que merecemos este castigo por destruir el medio ambiente y convertir el mundo en una sociedad globalizada.

La sífilis, la lepra, la viruela o el cólera son ejemplos de enfermedades pestilentes que vienen del extranjero, como al final de la novela de Crimen y castigo8 cuando Raskolnikov sueña con que el mundo entero está condenado a una nueva, terrible y extraña peste llegada a Europa de las profundidades de Asia.

Pero si hay una enfermedad que ha representado a la muerte en un contexto epidémico esa es sin duda la peste. A lo largo de la historia han muerto por esta enfermedad más de 300 millones de personas habiendo sido descritas tres grandes pandemias.

En el siglo XIV la peste negra asoló Europa sembrando la muerte a su paso. Conocemos sus estragos de primera mano a través de la descripción de la epidemia de peste bubónica en Florencia por Boccaccio y su Decamerón9 y de pinturas como El triunfo de la muerte de Pieter Brueghel el Viejo10.

Seiscientos años más tarde, Ingmar Bergman reflexiona en su película El séptimo sello11 sobre la desolación, la enfermedad y la finitud del ser humano.

La peste, sus circunstancias y consecuencias han sido relatadas por múltiples escritores desde Homero, siendo quizás uno de los relatos más conocidos el confinamiento de Orán de la novela de Camus publicada en 1943. Se trata de una reflexión sobre la irrupción de la muerte que da seriedad a la vida y que en estos días se ha puesto de moda en artículos médicos12 y en la prensa como ejemplo13 de situaciones epidémicas.

Pero es en el drama de La peste blanca14,15 (1937) del escritor checo Karel Capek donde podemos encontrar más paralelismos con la pandemia que estamos viviendo:

1. La enfermedad viene de fuera, se ha originado en nuestro caso en China.

2. La identificación de este nuevo virus y la curación de la enfermedad pone en marcha a científicos para conseguir beneficios e incluso el premio Nobel. En el caso del COVID-19 la apuesta de la industria farmacéutica, los investigadores independientes y trabajadores de la sanidad pública se dirige a encontrar una vacuna eficaz y un tratamiento específico.

3. Se trazan planes para enviar a quienes tengan síntomas a campos de detención bien vigilados. Nosotros estamos confinados en nuestras casas aunque es sabido que la represión rigurosa corre el riesgo de agravar el desorden en lugar de curarlo.

4. Manipulación de la información por parte de las autoridades sanitarias, periodistas y políticos.

El mundo debió escuchar. Lanzamos la emergencia por coronavirus el 30 de enero.

Tedros Adhanom.

Director General de la OMS. 28 de abril de 2020

Parece que los tres pilares del buen gobierno: previsión, razón y tolerancia no han hecho su aparición en estos meses por nuestras vidas. Como casi siempre los informes de los “sabios” no servirán para nada porque no se les ha preguntado sobre el asunto.

A la luz de la información recientemente disponible16 se podrían haber evitado el 62% de los casos infectados por coronavirus y con ello el colapso de los hospitales y muchas muertes solo con adelantar una semana el confinamiento.

Aprender de los consejos de la OMS, de las naciones que han actuado de forma más apropiada y de las Comunidades Autónomas17 que han tenido éxito por el modo de afrontar la pandemia estableciendo estrategias de control, es una necesidad y una obligación.

Todo queda enmascarado cuando llega la pandemia

En este contexto social de guantes, mascarillas y protectores de todo tipo contra el contagio me viene a la memoria la imagen de la indumentaria del médico de la peste en el siglo XVII con su equipo de protección individual tan similar a los actuales no tanto en su eficacia como en su espectacularidad. Pero es la pandemia de gripe de 1918 y 1919 que se cobró 20.000.000 de víctimas en la que la fotografía nos permite ser testigos de los hospitales abarrotados y los sistemas de protección contra la enfermedad en las calles de Estados Unidos.

Como con el SIDA, se ha establecido un juicio moral a la sociedad occidental destructora4 y el miedo a la enfermedad invade en estos meses a la sociedad entera, porque basta ver una enfermedad como un misterio, y temerla intensamente, para que se vuelva contagiosa6. El mejor modo de pensar que estamos seguros de este mal una vez rota la fantasía de la invulnerabilidad, es enmascararnos física, psicológica y socialmente.

La tuberculosis: un acuerdo entre Eros y Tánatos

Los síntomas de una enfermedad son la manifestación disfrazada del poder del amor; y toda enfermedad no es más que el amor transformado.

Thomas Mann

El COVID-19, como el SIDA, no deja lugar a romanticismos ni sentimentalismos6, porque está demasiado fuertemente asociado con la muerte. Sin embargo la tuberculosis estaba muy relacionada con el mundo romántico. La ciudad viciada y sucia nos invita a salir de ella y la tuberculosis es un motivo para el viaje, la huida.

Desde los sanatorios para tuberculosos en las montañas, a los exilios6 de tuberculosos famosos: Keats a Roma, Chopin a Mallorca o Stevenson a las islas del Pacífico; tratar la enfermedad significaba salir del entorno en el que el enfermo vivía y tomar baños de sol.

Van der Meersch refleja18 un mundo socialmente muy polarizado cuando la tuberculosis protagonizaba el ejercicio de la medicina y curar a los enfermos suponía correr múltiples riesgos y obtener pocos beneficios.

En la Montaña mágica19 publicada en 1924 (año en el que Kafka fallece de esta enfermedad) el relato transcurre en un sanatorio para tuberculosos en los Alpes suizos, siendo los protagonistas la enfermedad, la muerte y el amor.

En los enfermos de tuberculosis del siglo XIX la enfermedad y la muerte está la mayoría de las veces envuelta en un tinte de heroicidad y de belleza expresadas en la poesía, la literatura romántica, en óperas como La Traviata20,21 de Verdi y revivida en nuestros días en películas como Remando al viento de Gonzalo Suárez22,23 de 1987.

De incomprendidos y apestados. En busca de la tabula rasa

María José padece desde hace años una enfermedad reumática inflamatoria que le produce dolor y limitación, lo que no le ha impedido ser una trabajadora competente e infatigable. En estos tiempos del virus, el fallecimiento de un familiar y los problemas económicos en su entorno han condicionado la aparición de nuevo de síntomas de ansiedad que le paralizan y le hacen sentir miedo, rabia y frustración cuando siempre ha sido y será la fortaleza de la familia. Es un caso más del sufrimiento mental por la pandemia de COVID-1924.

Vivimos parte de nuestra vida en un futuro anticipatorio1 y en estos momentos esa anticipación está vívidamente presente como una amenaza de sufrimiento, enfermedad y ruina.

Estas tres mujeres, como tantas otras personas que acudirán a nuestras consultas o con las que hablaremos por teléfono están respondiendo a las intensas emociones que han vivido en los días de confinamiento y que les han provocado sentimientos de malestar que recorren toda su economía y maltratan su salud física y emocional.

En el caso concreto de María José, se añade la carga homeostática de la enfermedad física que habrá activado el eje hipotálamo-hipofisario liberando dinorfina, la molécula de la disforia1. Contrarrestar esos efectos negativos con un afecto de signo contrario al modo de Spinoza será gran parte de nuestra tarea.

A nivel de la salud colectiva hay un sentimiento de fracaso personal, social y cultural que nos embarga quizás diferente al de otras pestes sufridas a lo largo de la historia, porque como escribe Santiago López Petit: detrás del enemigo que nos han vendido (el virus COVID-19) pudiera encontrarse el poder terapéutico y militar que ejecuta una verdadera guerra social25 y que es la razón fundamental para el temor ciudadano y la reflexión profunda que lleve a la acción.

Una acción ciudadana colectiva dirigida a recuperar nuestra libertad positiva más que la necesidad sentida de barrerlo todo, de hacer tabula rasa26 y volver a empezar desde cero, como si de un compromiso de dejar de fumar o perder peso se tratara.

Debemos ser conscientes de que vivimos en el mundo y que ese es nuestro país, más allá de fronteras, ideologías, ríos o lenguas. Sólo desde la comprensión de uno mismo podemos generar autocrítica constructiva y comprender a los demás. Y en esa comprensión buscar la luz entre tanta oscuridad institucional.

Las necesidades sanitarias después de la pandemia

Cuando estamos entre dos tipos de desastre, la pandemia que tenemos y la que se nos promete en otoño, lo que nos queda es un vacío entre ambos. Un vacío que genera desconfianza, miedo y cólera, porque no parece que los que tienen que tomar decisiones lo vayan a hacer con prudencia y sabiduría.

Es imprescindible que la nueva normalidad venga asociada a una nueva forma de asistencia sanitaria, más personalizada y humana con los pacientes y los profesionales, con salas de espera no saturadas. Y eso se consigue con recursos materiales y humanos, contando con todas aquellas personas que han contribuido a la atención de los enfermos: los profesionales sanitarios que se han sumado a los que ya estábamos en ello.

Estos profesionales sanitarios27, que como los protagonistas de la novela de Luisa Forrellad28 han estado siempre en capilla, y que muy posiblemente pasarán del trabajo intensivo a las listas del paro cuando más falta nos hacen. En un momento en que se prevé un Tsunami sanitario.

Es peor que si te hubieras contagiado. Te ha entrado pánico y de eso no vas a morir…. pero tampoco vas a curar.

Luisa Forrellad

Debemos estar preparados para ello. Preparados para el pánico; para la burocracia que nos invadirá; para las consultas no resueltas durante estos meses y la necesidad de aprovechar el tiempo de consulta para resolver todos los problemas de la agenda del paciente; preparados para las frecuentes enfermedades mentales que van a aparecer y los problemas de la vida como consecuencia de la pandemia.

Podemos preverlo pero sólo desde una buena organización y gestión sanitaria que piense en las personas y se centre en la efectividad y en la ética de la asistencia sanitaria más que en números, registros y burocracia.

Los profesionales de a pie, estamos dispuestos a aprender de esta crisis29 con humildad y afrontar con ciencia y estrategia tanto el futuro inmediato30 como a medio y largo plazo, considerando las amenazas y oportunidades.

Debemos hacerlo desde el cuidado de los profesionales, la disponibilidad de recursos y la priorización de las actividades más efectivas: disminuir la burocracia, gestionar mejor las agendas de los profesionales, hacer de la telemedicina31-33 lo cotidiano y potenciar la asistencia domiciliaria y la atención de los pacientes frágiles y ancianos en las residencias34 y sus casas.

Solo falta que en la organización existan prudencia, sabiduría, flexibilidad, tolerancia y afecto. Valores necesarios siempre, pero más en tiempos de crisis.

Mientras tanto, parece más que razonable y saludable que a título individual valoremos cada día, lo saboreemos y aprovechemos al máximo, incluso estos días de confinamiento, tal y como nos aconseja Giordano en su libro y no deja de repetirme siempre mi tía Teresa.

De la cólera al amor en los tiempos del COVID-19

Soñé con un lugar sin noches ni hospitales,

con una habitación repleta de ventanas.

Fernando Valverde35

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.

Como en el comienzo de la novela de Gabo4,  para mí es inevitable relacionar el amor y el olor. Todas aquellas personas a las que he amado tenían y tienen un olor especial, reconocible, asociado a su imagen, impregnado en mi alma, coloreando cada una de mis neuronas.

Del mismo modo que no puedo abrir un libro sin olerlo como muestra de un primer reconocimiento mutuo, no puedo dejar de asociar las situaciones y escenas de la vida a determinados olores. No es necesario tener la hipersensibilidad olfativa del protagonista de la novela de Suskind36 para recuperar un sentido tan relacionado con lo más íntimo de cada uno de nosotros, basta con tenerlo en cuenta y utilizarlo.

En estos momentos coléricos, que no de cólera (como en la epidemia veneciana que acaba con la vida de Von Aschenbach )37, asistimos a una especie de furia colectiva por la pandemia en la que parece que solo se nos ofrece a la vista dos caminos: el miedo o el amor. Y yo elijo sin dudar, el amor.

Me quedo con sus sabores, texturas, olores y músicas38,39, incluso con la mascarilla puesta40, del mismo modo que quiero soñar como Fernando con una habitación repleta de ventanas desde las que pueda ver la belleza de un atardecer, los colores de un bosque en otoño, un grupo de niños jugando en el barro o sentir como si la escuchara41 la impresionante arquitectura de la Villa la Rotonda de Palladio.

Lecturas y escuchas inspiradoras

  1. Damasio A. El extraño orden de las cosas. La vida, los sentimientos y la creación de las culturas. Destino. Barcelona. 2018 
  2. García Márquez G. El amor en los tiempos del cólera. Bruguera. Barcelona. 1985
  3. Giordano P. En tiempos de contagio. Salamandra. Barcelona. 2020
  4. Brandt AM, Botelho A. Not a Perfect Storm – Covid-19 and the Importance of Language. N Engl J Med 2020;382(16):1493-1495
  5. Guibert H. Al amigo que no me salvó la vida. Tusquets. Barcelona. 1988
  6. Sontang S. La enfermedad y sus metáforas y el SIDA y sus metáforas. Taurus. Madrid. 1996
  7. https://www.youtube.com/watch?v=UlwlH3oEASU
  8. Dostoievski F. Crimen y castigo. Alianza. 2010.
  9. Boccaccio G. Decamerón. Alianza. 2017
  10. https://www.youtube.com/watch?v=S_nswb0Mh14
  11. https://www.youtube.com/watch?v=1E9kkHHaRBc
  12. https://www.doctutor.es/2020/04/15/dejad-de-aplaudir-los-medicos-no-son-heroes-una-reflexion-sobre-el-medico-basada-en-la-peste-de-a-camus/
  13. https://elcultural.com/la-peste-albert-camus-en-los-tiempos-del-coronavirus
  14. Capek K. La peste blanca. Ediciones Españolas Madrid – Valencia, 1937
  15. https://periodistas-es.com/karel-capek-un-siglo-de-robot-la-peste-blanca-distopias-y-coronavirus-141599
  16. http://documentos.fedea.net/pubs/dt/2020/dt2020-03.pdf
  17. https://www.elconfidencial.com/amp/tecnologia/ciencia/2020-05-03/asturias-coronavirus-leccion-ejemplaridad_2575692/?__twitter_impression=true
  18. Van der Meersch. Cuerpos y almas. Plaza y Janés. 1966
  19. Mann T. La montaña mágica. Edhasa. 2005
  20. https://www.youtube.com/watch?v=8Hc0HOb4Z-w
  21. https://www.youtube.com/watch?v=9yhFHoK5Adk
  22. https://www.youtube.com/watch?v=_DTQP5ORPe4
  23. https://www.youtube.com/watch?v=4bJ-BPz3doA
  24. Teixidó A, Serrano E. El sufrimiento emocional por el COVID-19. https://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=2653
  25. AMF: https://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=2653
  26. http://lobosuelto.com/el-coronavirus-como-teatro-de-la-verdad-santiago-lopez-petit/
  27. https://www.youtube.com/watch?v=8HON4AswPVk
  28. https://elpais.com/espana/madrid/2020-04-30/lo-dejamos-todo-para-venir-a-ayudar-a-madrid-y-ahora-nos-sentimos-enganadas-y-utilizadas.html?outputType=amp&ssm=TW_CC&__twitter_impression=true
  29. Forrellad L. Siempre en capilla. Círculo de Lectores. Barcelona. 1982
  30. https://amf-semfyc.com/upload_articles/files/2020/Emocionesxweb.mp4
  31. https://www.doctorcasado.es/2020/04/apuntes-para-una-desescalada-de-las.html?m=1
  32. https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-el-correo-electronico-relacion-medico-paciente-13087384
  33. https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-familia-semergen-40-articulo-la-consulta-no-presencial-como-S1138359318302867
  34. https://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=2486
  35. http://gestionclinicavarela.blogspot.com/2020/04/sanitarizar-las-residencias.html
  36. Valverde F. Poesía (1997-2017). Visor. 2016
  37. Suskind P. El perfume. Seix Barral. 1985
  38. https://www.youtube.com/watch?v=36QBU474nqM
  39. https://www.youtube.com/watch?v=duSQ3b7y05w
  40. https://www.youtube.com/watch?v=RgSB34QfKiw
  41. https://www.youtube.com/watch?v=DCY7XaBqWMI
  42. https://www.youtube.com/watch?v=8FFVoHYf9jI

11 Comments

  1. Avatar Gonzalo Fernández el 15 mayo, 2020 a las 12:52 pm

    Como siempre erudición, amenidad, pasión y humanidad.
    Gracias José Ignacio
    un abrazo

  2. Avatar sol ruiz el 15 mayo, 2020 a las 3:58 pm

    Querido José Ignacio, que menú tan completo nos has cocinado. En plena digestión de este banquete solo me queda respirar el perfume de tus reflexiones tan profundas como nutritivas, esenciales como sabias y hermosísimas. Sólo puedo decir ¡Gracias! e ir releyendo lentamente , paladeando, tu master de consciencia in crescendo. La medicina es verdadera poesía vital, no cabe duda.
    Un abrazo

    • Avatar jose ignacio el 18 mayo, 2020 a las 4:43 pm

      Muchas gracias Sol porque cada vez que nos lees, tus comentarios hacen mejores los textos, los iluminan y nos llenan de energía para seguir escribiendo.

      Besos

  3. Avatar Roberto Mestre Meniño el 16 mayo, 2020 a las 12:11 pm

    Gracias por la luz que aporta el excelente post enviado …
    Estos son los mensajes que ilustran, esclarecen y orientan en medio de la actualidad confusa.
    Soy un habitual lector de vuestro escritos, desde que los descubrí, resultan de una claridad meridiana.
    Tengo 72 años, de esos años, los últimos 20 los llevo residiendo en España de manera ininterrumpida, con mi esposa, hijos y nietas /nieto, soy argentino de nacimiento, con antepasados españoles. Actualmente somos también españoles (doble ciudadania).

    Somos convencidos teóricos y práctico de la Homeopatía, teniéndola como referente para nuestra salud, habiendo pasado por distintos episodios que solo han afirmado nuestro convencimiento en esta linea y al hecho de haber dado con profesionales competentes. Aquí en España completamos nuestra adhesión por esta alternativa.

    Un abrazo para todos ustedes y gracias por estar allí …

    • Avatar jose ignacio el 18 mayo, 2020 a las 4:40 pm

      Muchas gracias Roberto por sus amables palabras y por seguirnos
      Un fuerte abrazo

  4. Avatar Macarena Díaz de Lope diaz el 17 mayo, 2020 a las 1:25 pm

    Médicos humanistas como tú es lo que necesita el enfermo.
    Gracias por tu magnífica labor!
    Tu reflexión es un alegato a la libertad en todos los sentidos.

    • Avatar jose ignacio el 18 mayo, 2020 a las 4:39 pm

      Muchas gracias Macarena por tu generosidad y cariño.
      Besos

  5. Avatar jose ignacio el 18 mayo, 2020 a las 4:43 pm

    Gracias Gonzalo

    Abrazos

  6. Avatar Carlos Ribot el 18 mayo, 2020 a las 9:55 pm

    Mi querido amigo José Ignacio. Da gusto leerte. Y la sensibilidad que destilas detrás de cada frase. Un abrazo y muchas gracias. Sigue defendiendo una medicina humana (si no, no es medicina)

    • Avatar jose ignacio el 15 junio, 2020 a las 5:15 pm

      Muchas gracias amigo.
      En ellos estamos siempre.

      Abrazos

    • Avatar jose ignacio el 15 junio, 2020 a las 5:22 pm

      Muchas gracias amigo. En eso estamos.

      Abrazos

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