A Jesús Tornero Gómez, por tanto

Los mitos se desvanecen cuando la gente deja de creer en ellos.

Yuval Noah Harari.

Hay lugares que forman parte de nosotros, a los que volvemos con frecuencia para estar con nosotros mismos. Uno de ellos es para mí el Museo del Prado desde aquella primera visita siendo niño con mi abuela y mi madre.

Aún conservo el libro guía de aquellos años 60 con la maja vestida de Goya en la portada y las fotografías en color y blanco y negro de muchos de aquellos cuadros inolvidables para mi. Aquella fue una experiencia sensorial que afortunadamente he repetido en numerosas ocasiones en solitario o acompañado de la familia o los amigos.

Mi última visita, fue con mi gran amigo Pedro en un momento de preparación de su artículo titulado Medicamentos homeopáticos en el Museo del Prado fascinados ambos por la lectura de El jardín del Prado, libro de Eduardo Barba que constituye un paseo botánico por las obras de los grandes maestros que habitan las paredes de este mágico lugar.

Cuando empecé a escribir estas líneas se nos fue una de las personas más queridas para mí. Un hombre al que considero maestro, padre y amigo; con el que compartí momentos inolvidables de charla, músicas, comida y sobremesa. Tiempos de aprendizaje placentero en los ríos, pantanos, dehesas, caminos y parques naturales sintiendo sus paisajes, su flora, su fauna y sus gentes. Recorridos por los montes de este país tan hermoso y variado en el que tuvimos la fortuna de nacer.

Parte de mi curiosidad y deseo de aprender se lo debo a él. Y por ello, quisiera aprovechar este artículo para fundir en él dos grandes afectos; el Museo del Prado y Jesús Tornero Gómez.

Figura 1. Sala de Velázquez en el Reencuentro.

Olea Europaea: El olivo

Si comienzo por este árbol es porque simboliza la inmortalidad, como inmortales son los afectos verdaderos. Representa también nuestra esencia mediterránea, todo lo bueno que hay en nosotros, capaces de hacer raíces en las circunstancias más adversas y en los lugares más difíciles para dar un fruto como la oliva que nos da salud y alimenta.

Un árbol fuertemente unido a la cultura griega de la que somos afortunados herederos y a Atenea diosa de la sabiduría, de las ciencias y la justicia, protectora de Atenas y creadora del olivo tal y como narra la mitología griega.

Decía Camus que los griegos nos enseñaron a rechazar el fanatismo, reconocer la propia ignorancia, los límites del mundo y del hombre, el rostro amado y la belleza.

La belleza del árbol inmortal; porque uno de los paisajes más hermosos son los inmensos olivares jienenses que me transportan a viajes inolvidables, miradas desde la ventanilla del tren con el deseo de que el momento no termine, sensaciones telúricas y poetas como Miguel Hernández cantado por Serrat, Jarcha o Paco Ibáñez.

El aceite de oliva además de ser alimento fundamental en la cultura mediterránea se emplea en cosmética, medicina, con fines religiosos y para lámparas que nos iluminan.

Si buscamos en la Materia Médica de Vijnovski podemos leer que el olivo es un medicamento homeopático que devuelve la paz a la mente cansada, y fortalece el cuerpo agotado por los sufrimientos. Metafóricamente no puede ser más hermoso con respecto a lo que el olivo representa para todos nosotros, energía y fuente de salud.

Una vez en el museo, tras llegar a la rotonda en la que se ubica la escultura en bronce de Carlos V y el furor de los Leoni una vez abandonada la galería central nos encontramos con la Adoración de los pastores de Anton Rafael Mengs.

En el cuadro podemos observar en el ángulo superior a un ángel rubio de mirada cándida con una túnica amarilla portando una rama de olivo y señalando a Jesús niño cómo símbolo de la paz, la concordia y la inmortalidad. También es símbolo de la castidad y la victoria y era el premio de los vencedores en los Juegos Olímpicos.

Figura 2. Detalle de la Adoración de los pastores. Anton Rafael Mengs. 1770

En Atenas, en los campos de Andalucía, en las islas griegas o en Menorca retorcidos por la tramontana los olivos y acebuches son un regalo de los dioses.

Pinus sylvestris: pino europeo

En uno de mis cuadros favoritos del museo, de esos que me llevaría a mi casa si pudiera y que es obra de Botticelli el protagonista botánico es el pino piñonero (Pinus pinea).

Este árbol forma parte de mi infancia. Está intimamente unido a mis paseos por los montes de San Lorenzo de el Escorial de niño con mi tío y mi abuelo y años después de adolescente con mis amigos.

Puedo sentir sin estar en el interior del pinar la rugosidad de su tronco, su olor pegajoso y el crujir de sus ramas secas y de las piñas caídas al pisar los caminos que conducen al pico de Abantos.

El pino albar (Pinus sylvestris) se utiliza en fitoterapia y es también un medicamento homeopático útil en el tratamiento de problemas renales como la litiasis renal y las infecciones urinarias (dolor urente en fosa renal irradiado al uréter y acompañado de disuria y polaquiuria), en la gota y en problemas relacionados con laxitud ligamentosa como la tendencia a esguinces frecuentes.

En el cuadro de la historia de Nastagio degli Onesti hay sin duda dos protagonistas, el pino piñonero y el caballo blanco. Tres de sus cuatro tablas (las más bellas en mi opinión) se conservan en el Museo del Prado. Y en ellas Botticelli nos narra la historia del joven ravenés Nastagio (tomada del Decamerón de Boccaccio) con final feliz como si de una película de Hollywood se tratara.

Figura 3. La historia de Nastagio degli Onesti. Sandro Botticelli. 1483

Mientras la vista se dirige al caballo blanco que parece flotar en aire como ser etéreo pienso en los caballos de Paolo Uccello en su batalla de San Romano y se me hace difícil no desear viajar a la Galería de los Oficios en Florencia para disfrutar de ese gran lienzo y de la Primavera y el Nacimiento de Venus de Sandro. O quizás incluso, porqué no, volar de verdad a través de la máquina del tiempo a esa edad de oro que fue la Florencia de los Medici.

El pino piñonero nos regala la belleza de su porte en los bosques, parques y jardines, además de su madera y sus piñones. Piñones que comprabamos en la Lonja a los piñoneros cuando niños en aquel lugar donde nacen los sueños.

Viola odorata: violeta

Esta flor que todos hemos contemplado en el campo y disfrutado de su perfumado olor nos transporta directamente a la hermosa historia de amor secreto de cada nueve de noviembre sin tarjeta, de la canción de Cecilia.

Está presente en varios cuadros del museo como La bacanal de los andrios de Tiziano,cuadro que se puede disfrutar en estos momentos en la exposición parcial después del reencuentro al lado de La ofrenda a Venus, otro gran lienzo del maestro veneciano.

La violeta aparece sutilmente en el escote de una joven y en una corona de flores del niño que está orinando, pero lo que realmente atrae al espectador es la composición en la que todo parece fluir en ambiente festivo y quisieramos compartir el vino, la música y la danza con estos personajes de la isla griega.

Definitivamente los azules de Tiziano me enamoran. Sus cielos, su mar y especialmente el azul del vestido de la joven que baila.  Me transporta al contemplarlo a aquella tarde londinense en familia y a la National Gallery. Esa tarde de sensorialidad intensa al contemplar los azules profundos del Baco y Ariadna del maestro que tan presente está en nuestra gran pinacoteca madrileña.

Figura 4. Detalle de La bacanal de los andrios. Tiziano (1523-1526)

Las flores y raíces de la violeta se emplean en fitoterapia y puede ser viola odorata también un medicamento homeopático de acción profunda y con múltiples usos. Es de ayuda en pacientes que refieren sensación de tristeza con tendencia al llanto sin causa aparente, anorexia y pérdida de memoria, cuadro sintomático que empeora con la música.

Figura 5. Detalle de La bacanal de los andrios. Tiziano (1523-1526)

Eficaz en artralgias de las articulaciones interfalángicas y metacarpofalángicas de las manos y las muñecas y en dolores provocados por tensión muscular cervical que pueden irradiar a la región frontal. Generalmente son contracturas secundarias al estrés, las preocupaciones, las malas posturas o acompañando a patologías reumáticas.

No puedo terminar sin recordar los caramelos de violeta que tanto se estilan por Madrid y que me llevan a la infancia y a aquella pastelería madrileña del mismo nombre que se trasladaba a la sierra en los veranos para endulzarnos con sus bizcotelas.

Sambucus nigra: saúco negro

Este arbusto o árbol pequeño tiene múltiples especies siendo el saúco negro o común el que se distribuye por Europa y Asia caracterizado por sus bayas negras y sus florecillas blancas.

Las flores y frutos del saúco negro han sido empleados con fines medicinales durante cientos de años. Como medicamento homeopático actúa principalmente sobre las vías respiratorias (la laringe y los bronquios), siendo un excelente medicamento en Pediatría para el tratamiento y sobre todo la prevención de las laringitis estridulosas y cuadros asmáticos. El niño se despierta por la noche con disnea y se sienta en la cama para poder respirar mejor. Los síntomas respiratorios pueden acompañarse de sudoración y cianosis además de taponamiento nasal.

Si observamos el cuadro de Joachim Patinir, el descanso en la huída a Egipto situado actualmente en una sala junto a otros dos obras del maestro del paisaje podemos disfrutar de muchas especies botánicas, entre las cuales está un arbusto de saúce negro en su ángulo inferior derecho.

Figura 6. Saúco Negro- detalles del descanso en la Huída a Egipto de Patinir (1518-1520)

 Figura 7. Saúco Negro- detalles del descanso en la Huída a Egipto de Patinir

Los ríos fueron siempre dioses

Manuel Vilas

Al observar a distancia en la galería principal del museo la laguna Estigia, obra maestra de Patinir, me viene a la memoria aquella frase de la novela Alegría.

Ríos en los que juegan los niños a tirar piedras, en los que refrescarse. Lugares de reconocimiento y disfrute en la plácida mañana de pesca, ríos de alta montaña con sus aguas saltarinas y límpidas, grandes ríos en la ciudad a la sombra de torres construídas por el hombre hace siglos. Río Guadiana que aparece y desaparece, testigo mudo de tantos ratos compartidos.

De alguna manera esta laguna parece un gran río con un horizonte infinito, de modo que me pregunto de dónde viene o a dónde va. En sus orillas además de ángeles y hombres, fuegos y monstruos se encuentra todo un jardín de flores, plantas y árboles con protagonismo especial del manzano de la orilla izquierda.

Figura 8. Detalle de La laguna Estigia. Patinir

El río como metáfora de la vida de los hombres. Agradecimiento a todos los que han compartido a lo largo del tiempo el río que nos lleva hacia la mar, que es el morir.

Laurus nobilis: Laurel

El primer laurel que inevitablemente me vienen a la mente es el pequeño árbol del jardín de la casa escurialense del que tomamos sus hojas para cocinar. Esas hojas que al ser fragmentadas desprenden un inconfundible olor. Sus frutos y hojas se usan en fitoterapia con múltiples indicaciones.

El laurel cerezo (Prunus laurocerasus) se emplea como medicamento homeopático en fenómenos espasmódicos faringo-esofágicos, laringitis con ronquera, bronquitis con sensación de opresión torácica y disnea que mejoran con el paciente acostado.

El laurel se conoce también como árbol de Apolo y de ramas de laurel era el templo más antiguo dedicado a este dios en Delfos, en aquel lugar inigualable en el que se situaba el centro del mundo (Onfalos) asentado en la montaña sobre una plataforma dominada por el Parnaso. En las aguas cristalinas de la fuente de Castalia se purificaban los peregrinos, la pitonisa y los sacerdotes y se bendecía el templo de Apolo.

Los griegos consideraban al orgullo (Hybris) como el más grave de los pecados, por eso algunas de las máximas inscritas en el templo eran ¡Conócete a ti mismo! o ¡Guarda en todo la medida!

Para fundar su templo en Delfos y para imponerse a los otros cultos más antiguos tuvo que matar el dios a la serpiente Python. Médico terapéutico, oráculo y observador de las señales del cielo que sabe espantar el mal de las casas, dios de la música, creador de la armonía y maestro de tolerancia era Apolo y su santuario de Delfos fue el mayor centro religioso y cultural panhelénico, una suerte de Roma, Compostela o La Meca en aquellos tiempos.

En el cuadro de Poussin se representa ese Parnaso, monte mitológico consagrado a Apolo y las Musas que simboliza la celebración de las Artes. Apolo ofrece el néctar de los dioses a un poeta (probablemente Homero), coronado de laurel por Calíope, la musa de la poesía épica.

Figura 9. Detalle de El parnaso Nicolas Poussin (1630-1631)

Ese dios Apolo, unificador de la medicina con la armonía y la tolerancia debería ser un espejo en el que mirarnos para practicar una medicina humana y armoniosa, en sintonía con el paciente, con efectividad y cuidado; en definitiva, con el amor con el que se hacen las cosas que realmente son importantes.

Este cuadro me lleva inevitablemente a una pasión compartida con Jesús, la música del barroco. Escucho precisamente en este momento el Tendre Amour de Les Indes galantes de Rameau y me emociona pensar cuanto le gustaría la belleza sublime de esta música interpretada por Les Arts Florissants con la dirección de William Christie.

El laurel, árbol sagrado para griegos y romanos por su poder purificador y sanador y por ser atributo de la paz y la victoria, se utiliza como planta ornamental en jardinería y su madera se ha empleado en trabajos de taracea y marquetería.

Figura 10. Detalle de El parnaso Nicolas Poussin (1630-1631)

Con el laurel se corona a los poetas como símbolo de la virtud y recompensa. De ahí viene el adjetivo laureado que se asocia con personas de mérito, dignas de recibir un premio u homenaje.

Escuchando en tu recuerdo el Adagio para cuerdas de Samuel Barber interpretado por 278 chelistas de 29 países desde sus casas de forma simultánea en el COVID CELLO PROJECT (la música nos une incluso en los momentos más difíciles ) te dedico este artículo con el deseo de que te encuentres en tus montes amados, acompañado de tus prismáticos, respirando ese aire tan fresco de la vida en la naturaleza, contemplando el paisaje, oliendo las flores y plantas que te rodean, escuchando música barroca y disfrutando de una tarta de moka como las que hacían en Neguri.

8 Comments

  1. Avatar Macarena Díaz de Lope-Diaz el 28 abril, 2021 a las 3:23 pm

    José Ignacio Torres que pedazo de humanista! Para quienes no te conocen personalmente diré que sólo tu humildad es mayor que la inmensidad de tu sabiduría. Eso solo es patrimonio de los francamente grandes y tú lo eres.

    • Avatar jose ignacio el 4 mayo, 2021 a las 5:43 pm

      Caramba Macarena, te has pasado 100 pueblos.

      Gracias por tu cariño y amistad.

      Besos

  2. Avatar sol ruiz el 28 abril, 2021 a las 3:35 pm

    Madremía, José Ignacio, qué sinfonía de maravillas combinadas desde lo más profundo y silencioso a lo más palpable y tangible!!! Gracias, por este regalo tan nutritivo como terapéutico.
    Un abrazo bien grande, maestro y amigo

    • Avatar jose ignacio el 4 mayo, 2021 a las 5:42 pm

      Muchas gracias querida Sol

      Besos del alma

  3. Avatar Miriam el 30 abril, 2021 a las 6:04 pm

    José Ignacio: que gozada de ciencia y sabiduría.

    Todo un arte tu escritura y su contenido.

    Realmente deberías ser laureado !

    Gracias.

    • Avatar jose ignacio el 4 mayo, 2021 a las 5:41 pm

      Muchas gracias Miriam

      Muchos besos

  4. Avatar Paloma Elviro el 7 mayo, 2021 a las 7:15 am

    Querido José Ignacio:
    Te envío en agradecimiento por tu maravilloso artículo un imaginario ramo de olivo,pino,saúco y laurel impregnado del aroma de las violetas.
    Volveré otra vez a emocionarme en nuestro museo del alma, pero esta vez habiendo aprendido a mirar de otra manera gracias a ti.

    • Avatar jose ignacio el 14 mayo, 2021 a las 4:46 pm

      Muchas gracias, Paloma.
      Me hace enorme ilusión tenerte como lectora y que disfrutes de los textos.

      Miles de besos

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