¿Por qué los homeópatas preguntamos tanto?

Esa es una de las cosas que más sorprende a muchos de mis pacientes. A algunos ya les han avisado, pero la mayoría alucinan un poco (algunos ¡¡bastante!! no están acostumbrados) cuando les preguntas si son calurosos o frioleros, qué les gusta comer más, si les dan vértigo las alturas o si son abiertos o más bien retraídos. Y no hacemos todas esas preguntas, y muchas más, porque seamos muy simpáticos. Lo hacemos porque la homeopatía te obliga a mirar tras el velo del diagnóstico para saber quién está detrás del nombre de esa enfermedad. Porque sabemos que dos personas que hayan sufrido la misma tragedia buscarán unas veces el alivio de su dolor en la compañía de sus seres queridos y otras en la soledad del retiro. Un mismo mal, dos tratamientos.

Así, un paciente reumático glotón, caluroso que mejora con el fresco y no le afecta la humedad necesitará un tratamiento diferente a otro reumático delgado, friolero y que siempre está peor en invierno. Es lo que en homeopatía llamamos la Individualización del tratamiento.