Ideas extendidas sobre el esqueleto: Sólido. Rígido. Soporte.Inerte. Aparentemente, fácil de explicar y de entender. ¿Qué más se podría averiguar? ¿Qué más podríamos aprender?

Sin embargo, en la historia han ido apareciendo cambios en nuestra forma de entender los huesos, por ejemplo al describir que está vivo, y se destruye y reconstruye continuamente para adaptar su interior al tipo de pesos y presiones que debe sostener. Todo esto para llegar a entender que no sólo importa la composición del hueso (el consabido calcio), sino que es más importante que se coloque sobre una malla que tenga una estructura y resistencia adecuadas, como ya describí en un post anterior.

Recientemente aprendí un nuevo concepto que es del todo aplicable nuestro sistema músculo esquelético. Se llama “tensegridad”, aunque seguramente el nombre es lo de menos porque es un concepto que proviene de la arquitectura, ya en los años 60. La mejor forma de entenderlo es poner el término en Google y ver las imágenes, que en este caso desde luego valen más que miles de palabras.

tensegridad

De forma técnica, explica la Wikipedia que “es un principio estructural basado en el empleo de componentes aislados comprimidos que se encuentran dentro de una red tensada continua, de tal modo que los miembros comprimidos (generalmente barras) no se tocan entre sí y están unidos únicamente por medio de componentes traccionados (habitualmente cables) que son los que delimitan espacialmente dicho sistema”.

Lo que yo deduje es lo siguiente: un grupo de sólidos aislados puede mantenerse erguido y en equilibrio a través de una malla que los relacione, distribuyendo la tensión de manera adecuada. El sistema es capaz de adaptarse a las deformaciones en cualquier punto, y lo hace modificando cualquiera de sus partes o modificándose globalmente.

Este concepto ha pasado a aplicarse a otros campos de la ciencia, desde la astrofísica (galaxias y agujeros negros entrelazados por fuerzas gravitacionales), hasta la ingeniería, pasando por supuesto por la biología: resulta que las células están formadas por mallas como las que estamos describiendo, que mantienen la tensión y que se adaptan según las relaciones que la célula establezca con su entorno.

Yo hasta ahora me había imaginado el esqueleto como un conjunto de huesos “apilados” – de una forma maravillosamente funcional, eso sí – sobre los cuales se asentaban los diferentes tejidos: tanto los músculos, tendones y fascias, como los órganos que luego se acomodan entre ellos. Lo que tenía claro, es que los huesos daban estabilidad y forma al conjunto. Es lo que estamos acostumbrados a ver, en las máquinas y en los edificios.

Lo que no se explica con este modelo es hasta qué punto pequeñas modificaciones en algunos puntos del cuerpo producen modificaciones mucho más complejas. Y eso es algo que he podido constatar al aplicar diferentes técnicas de reeducación postural o de acupuntura intradérmica. Por ejemplo: desde un hombro que mejora al actuar sobre la cadera, hasta la manera en que las simples rotaciones de un tobillo generan “ondas de movimiento” que avanzan hasta la cabeza y regresan hasta el pie. Tampoco el modelo tradicional explica adecuadamente ciertas adaptaciones patológicas que se producen en el organismo a medida que se acumulan cambios. Y por supuesto, no explica la diferente manera en la que los pacientes que veo en consulta padecen sus contracturas, artrosis, calcificaciones y deformidades articulares. Yo ya había oído hablar de las fascias y de las cadenas miofasciales, y las había entendido como sistemas que relacionan unas estructuras concretas con otras, pero relativamente aisladas entre sí.

Este “nuevo” modelo abre todo un mundo de posibilidades que, al menos a mí, me ayudan a comprender mejor lo que veo: Las estructuras óseas no son un soporte sólido sobre el que se apoyan los tejidos blandos, sino que los huesos “flotan” en la malla de fascias y músculos formando un sistema de tensión dinámica en el que cualquier cambio en un punto repercute sobre los demás al condicionar adaptaciones globales.

Una forma de mirar que no sólo nos ayuda a entender los problemas de nuestros pacientes, sino que también nos permite encontrar soluciones más eficaces (y por cierto menos dolorosas) a esos problemas. Por supuesto, para ello tenemos más “aliados”, como por ejemplo el sistema nervioso y otros sistemas de homeostasis que sobra enumerar ahora: son capaces de elaborar la información que reciben,para seleccionar y multiplicar los efectos de las adaptaciones que sean más “inteligentes”, es decir que conduzcan a nuestro organismo hacia el equilibrio.

De la misma manera, las “señales” o informaciones que la homeopatía aporta al organismo le conducen también, cuando están bien elegidos, a realizar adaptaciones globales: eso explica los efectos holísticos o integrales que a menudo conseguimos alcanzar en las consultas de homeopatía.

Más allá, como este modelo se reproduce desde lo más pequeño (física de partículas) hasta lo más grande (astrofísica), y los niveles de la célula y del organismo completo son sólo manifestaciones de ese patrón que lo envuelve y lo relaciona todo; entenderemos cómo innumerables factores biopsicosociales influyen en el bienestar de las personas y a veces es necesario sanar también lo emocional, social y espiritual, si está en nuestra mano contribuir a ello.

Como comentario final, sólo transmitir mi experiencia personal: he empezado a mirar como las personas “flotan” en el mundo, y me gusta. Hasta me hace sentir flotar a mí también.

Disfrutad la sensación.

Imagen diseñada por Kjpargeter/Freepik

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6 Comments

  1. Avatar Guillermo Basauri el 8 febrero, 2017 a las 11:04 am

    Que bueno; vivir flotando. Fluyendo. Todo más dulce, todo más suave.
    Sí querido amigo, disfrutemos de la experiencia.

    • Avatar Gualberto Diaz el 9 marzo, 2017 a las 2:53 pm

      Me has captado perfectamente 🙂

      “Ver” las cosas flotar nos ayuda a flotar (fluir) nosotros mismos.

  2. Avatar Camino el 9 febrero, 2017 a las 11:03 pm

    Todo está conectado….
    Qué post tan interesante. Enhorabuena!

    • Avatar Gualberto Diaz el 9 marzo, 2017 a las 2:54 pm

      Es bonito comprobar que desde muy diferentes disciplinas, y también intuitivamente, llegamos a esa misma conclusión verdad?

      Al final ciencia, técnica, filosofía y metafísica acaban coincidiendo.

  3. Avatar Francisco Quiñonez García el 14 mayo, 2018 a las 3:08 pm

    Esto es lo que los tratantes llamamos simbiosis ? Interesante análisis felicitaciones desde GUATEMALA

    • Avatar Gualberto Díaz el 18 mayo, 2018 a las 12:00 pm

      Gracias Francisco.
      Sí que tenemos que conseguir simbiosis en el sentido de conseguir armonia, y poner en marcha actuaciones que funcionen en armonia y nos ayuden a sentirnos así.

      Un saludo
      Gualberto

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