En lo que va de año se han celebrado dos efemérides con el fin de tomar conciencia general de lo que supone la obesidad como problema de salud: el Día Mundial de la Obesidad (4 de marzo) y el Día Europeo contra la Obesidad (15 de mayo). Y es que, utilizando un término muy actual, la obesidad es una auténtica pandemia del que la población infantil no permanece al margen, más bien al contrario, alcanza cotas muy alarmantes entre ella.

En este artículo daremos un repaso a las llamativas cifras de la situación actual de la obesidad en el mundo, por qué debemos ponerles freno y conoceremos qué puede aportar la homeopatía en el control del peso, especialmente en pediatría, en la que los medicamentos convencionales no están indicados.

Parece sensato conocer en primer lugar qué es la obesidad infantil.  

Qué define la obesidad

El concepto de “obesidad infantil” hace referencia a la acumulación excesiva de tejido adiposo que determina afectación física y/o psicológica del niño, conduciendo a un incremento en el riesgo, tanto presente como futuro, de padecer patologías asociadas, así como de mortalidad precoz.

Actualmente por consenso generalizado, para valorar el sobrepeso o la obesidad en la práctica clínica, se admite la estimación indirecta del contenido graso corporal mediante el empleo del índice de masa corporal (IMC = peso en kg / altura en metros al cuadrado), pese a las limitaciones conocidas de esta estimación frente a los métodos de medición directa, más caros y de limitada disponibilidad.

Aunque persiste la controversia sobre los valores a tomar como referencia, se utilizan los valores de los percentiles 90 y 97 respectivamente, específicos por edad y sexo del IMC.

En general, el término “obesidad infantil” hace referencia a un rasgo que puede  estar ya presente desde edades tempranas de la vida; sin embargo, esta condición puede ser el resultado de un conjunto de patologías muy variadas y que, por lo tanto, precisan estrategias diagnósticas y terapéuticas orientadas a cada una de sus potenciales causas.

De modo general tomemos entonces como referencia o indicador simple el valor de que una persona con un IMC igual o superior a 30 es considerada obesa y con un IMC igual o superior a 25 es considerada con sobrepeso.

Tanto el sobrepeso como sobre todo la obesidad son factores de riesgo para numerosas enfermedades crónicas, entre las que se incluyen la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Es un error considerar que se trata de un problema de países con ingresos altos, la obesidad y el sobrepeso están en aumento en los países con ingresos bajos y medios, especialmente en las áreas urbanas.

Se calcula que en 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con falta de peso moderado o grave. Ello ocurre en todas las regiones, excepto en partes de África subsahariana y Asia.

Según la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, cuya  función principal es conducir las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre, por primera vez hay más personas con exceso de peso que pasando hambre.

Mientras estos países continúan encarando los problemas de las enfermedades infecciosas y la desnutrición, también experimentan un rápido aumento en los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles, como la obesidad y el sobrepeso, sobre todo en los entornos urbanos.

No es raro encontrar la desnutrición y la obesidad coexistiendo en el mismo país, la misma comunidad y el mismo hogar.

Dimensión del problema en la infancia

El estudio ALADINO

ALADINO es el estudio de referencia sobre la Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España, que la región europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolla desde 2007 y a la que actualmente están adheridos 46 países.

El estudio de 2019 ha sido realizado en una muestra aleatoria y representativa de 16.665 escolares de 6 a 9 años residentes en España, de 276 centros de educación primaria de todo el país.

En relación a los niños y niñas de entre 6 y 9 años refleja que un 58,5% de escolares se sitúa en valores de normopeso mientras que el 0,9% sufre delgadez y el 40,6% tiene exceso de peso.

Dentro de la obesidad, un 4,2% de los escolares estudiados presentan obesidad severa. La prevalencia de sobrepeso es superior en las niñas, mientras que la prevalencia de obesidad y obesidad severa es mayor entre los niños.

El estudio, desarrollado por el Ministerio de Consumo, revela que el 23,2% de niños y niñas de familias con rentas inferiores a 18.000 euros brutos anuales sufre obesidad. La cifra cae al 11,9% en el caso de familias con rentas superiores a 30.000 euros.

Del análisis por categorías sociales se desprende que las familias con ingresos inferiores a 18.000 euros y cuyos progenitores no tienen estudios superiores ni trabajo remunerado conforman el colectivo más vulnerable al exceso de peso. Una de las causas es que estos niños y niñas tienen peores hábitos alimentarios.

Según datos de la OMS en el mundo 216 millones de niños y adolescentes tienen sobrepeso y 124 millones, obesidad. En 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos.

Según la OMS; el número de niños y adolescentes de edades comprendidas entre los cinco y los 19 años que presentan obesidad se ha multiplicado por 10 en el mundo en los cuatro últimos decenios.

Las tasas mundiales de obesidad de la población infantil y adolescente aumentaron desde menos de un 1% (correspondiente a 5 millones de niñas y 6 millones de niños) en 1975 hasta casi un 6% en las niñas (50 millones) y cerca de un 8% en los niños (74 millones) en 2016.

Factores que favorecen la obesidad infantil

Muchos son los factores referidos a la concepción, nacimiento y crecimiento de los niños que pueden influir en padecer sobrepeso y obesidad. De hecho, uno de los factores más importantes que favorecen el desarrollo de la obesidad infantil es la alimentación del lactante.  

Posteriormente, elegir para los lactantes y los niños pequeños alimentos saludables es crucial para que desarrollen hábitos de vida saludables, ya que los gustos y preferencias en la alimentación se forman muy precozmente.

De este modo, si la dieta se basa en alimentos hipercalóricos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, es más probable que los niños sufran posteriormente problemas de obesidad.

Según el informe Aladino, aunque ha aumentado el consumo de fruta respecto a años anteriores, solo un 20,1% de los escolares la consume habitualmente en el desayuno, mientras que alimentos que deberían ser ocasionales tales como galletas, pasteles, bollería, batidos, néctares y golosinas se consumen incluso cuatro o más veces por semana, en un porcentaje no desdeñable de escolares.

Por otro lado, los niños acuden con sus padres cada vez más a establecimientos del tipo “fast food”, sobre todo aquellos cuyos padres perciben rentas más bajas.

Por contra, los menores de familias con rentas más altas con estudios universitarios presentan una mayor adherencia a la dieta mediterránea, con consumo diario de frutas, verduras, legumbres y pescado y donde el aceite de elección es el de oliva.

Otro factor que afecta directamente al aumento de la obesidad infantil es el ocio sedentario especialmente en niños más que en las niñas. La digitalización que hace que los niños, desde edades tempranas, pasen un mayor tiempo frente a las pantallas en lugar de realizar juegos que incluyan actividad física.

También un factor importante es el correcto descanso de los niños, así como un desayuno adecuado.

Según indica la Sociedad Española de Nutrición, es conveniente que entre el desayuno que se tome en casa y el almuerzo de media mañana en la escuela,

los niños ingirieran tres grupos de alimentos: un lácteo o derivado, un alimento a base de cereales y una pieza de fruta.

Otro de los puntos clave que pueden afectar a la obesidad infantil no es otro que la desinformación. Los mensajes sobre una dieta saludable son muy controvertidos y, en la mayoría de los casos, inciertos, con los cual se desinforma al consumidor en materia alimentaria.

Por último, el sobrepeso puede deberse también, aunque en menor medida, a factores genéticos, así como al consumo de algunos medicamentos o a otras enfermedades que puedan derivar en sobrepeso u obesidad y que no abordaremos en este artículo.

Consecuencias de la obesidad infantil

Los niños obesos tienen más probabilidades de desarrollar una serie de problemas de salud en la edad adulta. Entre ellos:

  • Cardiopatías. Accidentes cerebrovasculares. Hipertensión.
  • Resistencia a la insulina (con frecuencia es un signo temprano de diabetes inminente).
  • Trastornos osteomusculares (especialmente artrosis).
  • Algunos tipos de cáncer (endometrio, mama, hígado y colon).
  • Discapacidad.
  • Rechazo de la imagen corporal y alteraciones de la socialización.
  • Ansiedad y depresión.
  • Problemas respiratorios.

El riesgo de contraer estas enfermedades no transmisibles crece con el aumento del IMC.

Prevenir la obesidad infantil

Existe un consenso generalizado en la prevención de la obesidad infantil que sitúa el papel de los padres y de la escuela en el primer lugar, sin por ello dejar de lado a los gobiernos, la OMS, el sector privado, la sociedad y las organizaciones no gubernamentales.

Las recomendaciones generales para evitar el sobrepeso en los niños dentro del entorno familiar pasarían por:

  1. Alimentar a los bebés mediante lactancia exclusivamente materna, evitando añadir azúcares y almidones.
  2. Garantizar la ingesta de micronutrientes necesaria para fomentar un crecimiento lineal óptimo.
  3. Dar a los niños y adolescentes un desayuno saludable antes de ir a la escuela, fomentar la ingesta de frutas y hortalizas y reducir la ingesta de alimentos calóricos y poco nutritivos y las bebidas azucaradas.
  4. Actividades que impliquen actividad física, reduciendo el tiempo de inactividad y el ocio como el ordenador, tablet, movil o la televisión.
  5. Integrar la actividad físicas en las rutinas de la familia, haciendo deporte juntos y tratar de ir al colegio y a otras actividades andando o en bicicleta.

La escuela también tiene un papel fundamental para que los niños, desde edad temprana, adquieran conocimientos y aptitudes para conseguir un estilo de vida saludable. Así, pueden ofrecer programas alimentarios escolares saludables, con máquinas expendedoras que no vendan productos calóricos, por ejemplo.

La tendencia actual de los gobiernos pasa por mejorar el etiquetado de los productos, gravar a las bebidas azucaradas, mejorar la alimentación en los colegios y limitar la publicidad de alimentos sin un buen perfil nutricional enfocado a un público infantil, entre otras iniciativas.

¿Cómo pueden reducirse el sobrepeso y la obesidad?

La combinación del tratamiento comportamental, nutricional y la actividad física, constituyen la base del tratamiento de la obesidad infanto-juvenil.

Personalmente soy partidario de enseñar a alimentarse más que de una dieta estricta, que tiene los días contados desde el momento en que se inicia porque se aprecia más como una privación de lo que nos gusta que como un aprendizaje que nos valdrá para el futuro.

Dado que el sobrepeso y la obesidad obedecen a un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico, ricos en grasa  y a un descenso o ausencia en la actividad física. A nivel individual se puede optar por:

  • Limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares
  • Aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos  y
  • Realizar una actividad física periódica

A nivel general son fundamentales unos entornos y comunidades favorables que permitan influir en las elecciones de las personas, de modo que la opción más sencilla (la más accesible, disponible y asequible) sea la más saludable en

materia de alimentos y actividad física periódica, y en consecuencia prevenir el sobrepeso y la obesidad.

La industria alimentaria puede desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas del siguiente modo:

  • Reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados.
  • Asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores.
  • Limitando la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos destinados a los niños y los adolescentes.

Medicamentos homeopáticos para el control del apetito y el sobrepeso

Muchos son los medicamentos homeopáticos que pueden ayudar a controlar el apetito excesivo, la gula y las consecuencias del sobrepeso.

Medicamentos como Anacardium orientale, Nux Vomica, Calcarea carbónica, Fenogreco, Graphites, Capsicum annum, Sulfur Thuya, Antimonium crudum o Natrum sulfuricum entre otros muchos, resultan en mi experiencia muy útiles para ayudar a controlar la excesiva ingesta y la acumulación de tejido graso en el exceso de peso.

Es muy importante para no perder el tiempo y caer en la desgana, el que estos medicamentos sean prescritos de manera individualizada por un médico o farmacéutico homeópata, ya que las causas por las que se llega a la obesidad varían mucho de un sujeto a otro.

Para conocer más:

http://www.homeopatiasuma.com/hablando-de-homeopatia/la-homeopatia-tu-aliada-para-la-obesidad-y-el-sobrepeso/

http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/nutricion/observatorio/estudio_ALADINO_2011.pdf.

https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/encuestaNacional/encuestaNac2017/ENSE17_pres_web.pdf.

https://www.who.int/end-childhood-obesity/es/

https://www.pediatriaintegral.es/publicacion-2020-06/obesidades-en-la-infancia/

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